miércoles, 13 de noviembre de 2013

La Tienda De Dios Gratis Para Ti / Free God The Store For You



Hace mucho tiempo caminando por el sendero de la vida, encontré un letrero que decía ¨la tienda del Cielo¨. Me acerque y la puerta se abrió lentamente. Cuando me di cuenta, yo ya estaba adentro. Vi ángeles parados en todas partes. Uno de ellos me entrego una canasta y me dijo: toma, compra lo que quieras. De todo lo que un cristiano necesita hay en la tienda.

Lo que primero compre fue paciencia, luego amor que estaba en la misma fila. Más adelante vi comprensión y también la compre. Iba a necesitarla donde quiera que fuera. Compre además, dos cajas de sabiduría y dos bolsas de fe. Me encanto el empaque del perdón.

Me detuve un poco para comprar fuerza y coraje. Esto me ayudaría mucho en esta carrera de la vida. Cuando yo tenía casi llena la canasta, recordé que me faltaba la gracia y que no debía olvidar la salvación. Esta la ofrecían gratis. Entonces tome una buena porción de cada una, suficiente para salvarme y para salvarte.

Entonces camine hacia el cajero para pagar la cuenta. Yo tenía todo lo que un cristiano necesitaba, pero cuando iba a llegar vi la oración y la agregue a mi canasta repleta. Sabía que cuando saliera la usaría. Ya paz y felicidad estaban en los estantes pequeños al lado de la caja. Aproveche para cogerlas. La alegría colgaba del techo, cogí un paquete para mí.

Llegue al cajero y pregunte: cuanto le debo?
El sonrió y me contesto: lleva tu canasta donde quiera que vayas.
Si pero….. Cuanto le debo?
El otra vez me sonrió y me dijo: no te preocupes, Jesús pago la deuda hace mucho tiempo por ti.

Tu también entrar y comprar gratis en la tienda de Dios, solo debes recibir a Jesús en tu corazón y creer en él para la salvación de tu alma. El pago tus cuentas ante Dios para que tú recibas la gracia de la vida eterna. Sigue a Jesús hoy y siempre.
A todos los sedientos: venid a las aguas y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed, venid comprad sin dinero y sin precio. Isaías 55:1

miércoles, 9 de octubre de 2013

Científico toma foto de un espíritu saliendo del cuerpo/Scientist taking picture of a spirit leaving the body

RUSIA.- Según el científico ruso Konstantin Korotkov, tomó una foto de una persona al momento de su muerte con una cámara bioelectrográfica, captó el momento justo de la separación del cuerpo astral cuando la energía deja el cuerpo.

La imagen tomada a través del método de visualización de descarga de gas (Gas Discharge Visualization), una técnica avanzada de fotografía de Kirlian, muestra en azul la fuerza vital de la persona gradualmente dejando el cuerpo.

Según explica el científico Korotkov, el ombligo y la cabeza son las partes que primero dejan su energía vital (lo que sería el alma) y la entrepierna y el corazón son las últimas zonas donde permanece el espíritu antes de sufrir la fantasmagoría de lo infinito.

En otros casos, Korotkov  dice que ha notado que "el alma" de las personas que muere de forma violenta o inesperada, su energía por lo general se manifiesta en estado de confusión y vuelve al cuerpo en los días que le siguen al fallecimiento. Esto podría por la energía extra que quedó sin utilizarse, o a un miedo terrible a abandonar un cuerpo muerto, publica sdp noticias de beforeitsnews.com

La técnica desarrollada por Korotkov, quien es director del Instituto de Investigación de Cultura Física de San Petersburgo, es avalada como una tecnología médica por el Ministerio de Salud de Rusia y es utilizada por más de 300 médicos en el mundo para monitorera el estrés y el progreso de pacientes tratados para ciertas enfermedades como el cáncer. Korotkov dice que su técnica de visualización energética podría servir para observar todo tipo de imbalances biofísicos y realizar un diagnóstico en tiempo real y también para mostrar si una persona en realidad tiene poderes psíquicos o es un fraude.

Esta técnica, que mide en tiempo real y de forma amplificada la radiación estimulada por el campo electromagnético, es una versión más avanzada de la tecnología ideada por Semyon Kirlian para medir el aura.

En esta entrevista en video Korotkov habla del efecto en el campo bioenergético que tienen los alimentos, el agua y hasta los productos cosméticos. Y hace hincapie en beber agua de mananatiales y comida orgánica, particularmente notando que el aura de las personas en Estados Undios resiente los efectos negativos de tecnologización de los nutrientes tan distribuída en esa sociedad.

También advierte sobre el uso de celulares y la radiación negativa que estos tienen siendo muchas veces cancerígenos, algo que diversos estudios parecen confirmar. AcontecerCristiano.Net

lunes, 26 de agosto de 2013

Cuando las puertas se cierran


Dios tiene el poder de abrir cualquier puerta. Sin embargo, Él puede decidir que aquellas que nos parecen importantes sigan cerradas. ¿Por qué permite el Señor que sea así?

• Por nuestra protección. Él podría estar evitando que cometamos un error. Cuando actuamos por nuestra propia cuenta, es posible que no tengamos el conocimiento suficiente para tomar decisiones correctas.

• Por redirección. Dios pudiera estar enviándonos por un camino nuevo. Su plan podría incluir mayores oportunidades, una satisfacción más grande, más productividad, un período de sufrimiento, o una oportunidad para glorificar su nombre. El Señor cerró las puertas en Asia para que el apóstol Pablo ministrara en el continente de Europa. Su obediencia llevó al establecimiento de iglesias en Filipos, Tesalónica y Corinto. Aunque Pablo experimentó muchos sufrimientos, también conoció el gozo de participar en la obra de Dios.

• Para probarnos. Cuando Dios dice “No”, nuestra fe es probada, y descubrimos lo que creemos de Él y sus planes.

• La perseverancia. Cuando las puertas se cierran, tenemos la oportunidad de desarrollar tenacidad. Romanos 5.3-5 nos dice que debemos “gloriarnos en las tribulaciones”, por los resultados positivos que el Señor producirá por medio de ellos.

• El tiempo correcto. A veces, nuestro Padre celestial pone señales de alto en nuestro camino para hacer su voluntad en el tiempo perfecto.

• La desobediencia. La rebeldía en el pasado puede afectar las experiencias y las bendiciones futuras.
Cuando una puerta se cierre, espere en el Señor y pregúntele cuál es su propósito. www.encontacto.org

lunes, 12 de agosto de 2013

Camino a nuestro hogar eterno


Un vagabundo que daba tumbos por la vida y un hombre de negocios motivado por la vida cómoda, entablaron una amistad que transformó ambas vidas.
por Ron Hall

No había libros, ni notas, ni un plan de estudios. Tampoco composiciones escritas o exámenes. El curso era solo la cruda enseñanza de un  hombre llamado Denver Moore, que no se había graduado de nada, ni recibido honores —excepto los que le habían conferido sus compañeros reclusos de la Cárcel Angola. En realidad, nunca asistió a una escuela, ni siquiera por un solo día.
No había escuelas para la “gente de color” en la plantación de Louisiana donde había pasado sus primeros años de vida como jornalero sin recibir ningún pago por el trabajo que hacía.
Su aula fue una acera en una concurrida calle de East Lancaster, cerca del contenedor de basura donde dormía, al otro lado de la institución benéfica Union Gospel Mission, en el centro de Fort Worth, Texas. Fue allí donde mi esposa lo conoció, y donde tuvo por primera vez la idea de que él y yo debíamos ser amigos.
Recuerdo una conversación que tuve al principio con Denver, con tanta claridad como si hubiera sucedido ayer. Su aliento tenía el olor penetrante del tabaco viejo, que remataba con el de la sardina enlatada, que me resultaba molesto. Fingiendo que iba a rascarme la barba, moví la mano para taparme la nariz, mientras mis oídos se esforzaban por escuchar su débil voz. “¿Es usted uno de esos cristianos?”, me preguntó.
“Sí”, le respondí.
“Entonces tal vez pueda responder una pregunta que intriga a la mayoría de los indigentes. ¿Por qué es que ustedes los cristianos adoran el domingo a un hombre que no tuvo una casa donde vivir, pero luego le dan la espalda al primer indigente que ven el lunes?”
Por un momento estuve paralizado, como si hubiera recibido un disparo en el pecho.  Finalmente, dije: “No tengo una respuesta para eso”.
“Sr. Ron”, dijo, “uno nunca sabe de quién son los ojos con los que Dios nos está observando. Quizá no van a ser los de su pastor o los del maestro de la escuela dominical. Sino simplemente los de una de esas personas que vive en la calle, al igual que yo”. Entonces me miró fijamente. “A veces, las personas exitosas como usted pueden elevarse tan alto para obtener más riquezas que se olvidan de conocer a Dios. Pero nunca se puede llegar tan abajo para ayudar a alguien, sin que Dios lo tome en cuenta”. 

Doce años antes, mi esposa Debbie me había mostrado el amor de Cristo después de mi larga temporada de infidelidad. Por la lección de humildad que aprendí mediante su misericordia, le prometí que haría cualquier cosa que me pidiera durante el resto de nuestras vidas juntos.
Debbie y yo habíamos sido creyentes desde 1974, y ambos habíamos estado viviendo con un propósito específico en nuestras vidas. El de ella era buscar al Dios todopoderoso, y el mío era buscar al dinero todopoderoso. Yo había tenido éxito como negociante internacional de piezas de arte, pero nuestro matrimonio estaba al borde del colapso. Sin embargo, en vez de los papeles de divorcio, ella me ofreció un camino de misericordia, y por la gracia de Dios, finalmente elegí ese camino mejor.
Después de estar varios años concentrado en mi profesión, anhelaba hacer realidad mis sueños de vivir en la hacienda que teníamos a unas cincuenta millas de distancia. Pero Debbie tenía otra idea. Me convenció de que construyera la casa de sus sueños en Fort Worth, y fue allí donde ella comenzó a escuchar a Dios por medio de una clase de sueño diferente  —la clase que Dios utiliza para hablar. Un día, ella tuvo un sueño con un indigente y hasta le vio la cara. “Como dice un versículo de Eclesiastés (9.15), se trata de un hombre pobre pero sabio. Y por su sabiduría, nuestras vidas y la ciudad serán cambiadas”.

Debbie estaba resuelta a encontrar al hombre que había visto en sus sueños, y comenzó a servir como voluntaria en Union Gospel Mission —y finalmente me convenció de que ayudara sirviendo las cenas en esa institución. Yo estaba un poco receloso. Años antes, en la ciudad de Nueva York, se me acercó un indigente agresivo que amenazó con matarme. Después de ese encuentro, rehuía a los indigentes, y me preguntaba: ¿Qué me puede llegar a pasar si me detengo a ayudar?
Dos semanas después, estando yo en el comedor, entró gritando un hombre furioso, sin zapatos ni camisa, diciendo que iba a matar a todo el mundo, a menos que el que había robado sus zapatos se los devolviera.
“Ese es el hombre con el que soñé”, me gritó Debbie, mientras yo encontraba refugio debajo de la mesa de la comida.  “Y tengo la convicción de que Dios me dijo que tú tienes que convertirte en su amigo, y descubrir el porqué de mi sueño”.
“Pero yo no estaba en esa reunión que tú tuviste con Dios”, le respondí gritando, “y si voy a ser amigo de alguien que quiere matar a todo el mundo, ¡creo que yo mismo debería hablar con Dios de eso!
Después de perseguirlo durante cinco meses, por fin logré que el hombre entrara en mi automóvil, a pesar de que gritaba que lo dejara en paz. “Me encantaría dejarte en paz”, le dije, “¡pero mi esposa me dijo que tengo que ser tu amigo!”
A él le caía bien Debbie, por lo que prometió pensar en eso. Dos semanas más tarde, él estaba sentado frente a mí a la mesa en una cafetería. “Hay algo que he escuchado acerca de los blancos que realmente me molesta, y tiene que ver con la pesca”, me dijo.
Extrañado de que me dijera eso, le respondí que yo no era pescador, y que no estaba seguro de que pudiera decirle algo para aclararle lo que él pensaba de mi raza.
“Apuesto a que sí puede. Escuché decir que cuando los blancos van a pescar, hacen lo que se llama ‘atrapa y suelta”.
“Es un deporte”, le dije.
“Bueno, si usted es un blanco que sale a pescar a un amigo, y después que lo atrapa lo suelta, entonces yo no tengo ningún deseo de ser su amigo”.
Con el corazón latiéndome con tal fuerza, que casi se me salía del pecho, yo estaba allí sentado frente a frente con un hombre al que temía. Pero las palabras que él acababa de decir eran las más sabias que yo había escuchado en cuanto a la amistad. Me llegaron directamente al corazón. Me preguntaba si yo era el que había sido pescado.
Con Denver aprendí la diferencia que hay entre “bendecir” y ayudar. Una vez me preguntó por qué yo estaba siempre dando billetes de a dólar a la gente de la calle, y sirviendo espagueti en la misión. “Porque me gusta ayudar a los indigentes”, le dije.
“Sr. Ron”, me dijo, “usted no está ayudando a nadie. Lo único que está haciendo es sentirse mejor por ser rico. Está bendiciendo a la gente con sus dólares y su servicio, pero un dólar y un plato de comida no cambian una vida. Para eso hace falta amor. Si usted quiere en serio ayudar a alguien, tírese al hueco en que se encuentra la persona, vende sus heridas y quédese con ella hasta que tenga las fuerzas suficientes para salir”.
Denver comprendía que la falta de hogar no es un problema que debe resolver el gobierno —es un problema que debe resolver la gente de la iglesia. No sé cómo sabía esto, pero me dijo que hay al menos el mismo número (si no más) de iglesias en los Estados Unidos, que personas sin hogar viviendo en las calles. “Si cada iglesia se ocupara solamente de una persona sin hogar, el problema se resolvería”, dijo. “Yo no soy un hombre muy inteligente, Sr. Ron, pero a mí me parece que hay demasiado estudio de la Biblia, pero no suficiente práctica de la Biblia”.

No hacía falta tener un doctorado para comprender que Dios tenía un plan para nuestra relación. Pocos meses después de haber iniciado nuestra amistad, Denver me dijo: “Qué bueno es lo que está haciendo la señora Debbie por los indigentes —ella es muy valiosa para Dios. Y cuando alguien es valioso para Dios, también es importante para Satanás. Tenga cuidado, porque algo le ocurrirá a la Sra. Debbie”. Poco días más tarde, ella fue diagnosticada con cáncer en etapa 4. Durante los diecinueve meses siguientes, peleamos la peor de las batallas. Denver se convirtió en un soldado en el ejército del Señor, y luchó al lado de nosotros. El hombre que una vez pensé que no tenía nada que ofrecerme en una amistad, se convirtió en la persona que Dios utilizó para fortalecernos cuando enfrentábamos las horas más oscuras. Las últimas palabras que me dijo mi esposa, fueron: “No te des por vencido con Denver —Dios va a bendecir la amistad de ustedes de maneras que no podemos imaginar”.

Con Debbie ahora en el cielo, Denver se mudó a vivir a mi casa. Me contó que el Señor le había hablado antes de su muerte, y le dijo que recogiera la antorcha de Debbie a favor de los indigentes —y eso fue lo que él hizo. El sueño de Debbie de que nuestra ciudad iba a ser cambiada por un hombre pobre pero sabio, se convirtió en una realidad. Cuatro años más tarde, Denver fue nombrado Filántropo del Año por su trabajo a favor de los indigentes de Fort Worth, y se creó la nueva misión. Y con el paso del tiempo, Denver y yo hablamos en más de 400 eventos a favor de los indigentes, lo cual ayudó a recaudar más de 70 millones de dólares, y esto llegó a misiones en todo Estados Unidos.
Denver vivió conmigo durante nueve años hasta su muerte en marzo de 2012, a los 75 años de edad. Lo extraño mucho. Pero utilizando las palabras de mi amigo: “Ya se trate de que seamos ricos o pobres, este mundo no es el lugar de descanso final. Por eso, en cierto modo, todos somos indigentes —abriéndonos camino a nuestro hogar eterno”.

Ron Hall y Denver Moore son coautores de los libros Same Kind of Different As Me [Tan diferente como yo] y What Difference Do It Make? [¿Qué importancia tiene?] Y crearon el estudio bíblico para grupos pequeños llamado Same Kind of Different As Me poco antes de la muerte de Moore.

viernes, 9 de agosto de 2013

¿Cómo podemos hallar el favor de Dios?


Una vez que tenemos el favor de Dios por medio de la salvación, ¿tiene importancia la manera como actuamos? La Biblia responde con un rotundo “¡Sí!”, y nos da numerosos ejemplos de vidas que podemos imitar.

• Noé respondió a Dios caminando con Él cada día. Nuestro Padre celestial responde positivamente a quienes caminan con Él, viven obedientes a su Palabra, y escuchan con atención a su Santo Espíritu. Para quienes creemos, eso significa no solo hacer de la Sagrada Escritura parte de nuestras vidas, sino también aprender quién es Dios, y lo que a Él le agrada. ¿Qué tan bien lo conoce usted?

• Moisés, a pesar de sus objeciones iniciales, decidió obedecer el llamamiento divino, y vivir conforme a la voluntad de Dios. El Señor da su favor a quienes le obedecen y viven en términos de lo que le agrada a Él. Para ello, es necesario aprender a pensar como el Señor lo hace. ¿Qué tan parecidos son sus pensamientos a los de Él?

• Pablo, su único anhelo, después de su conversión, fue servir al Señor. Trataba de dar lo mejor de sí con obediencia. El Señor da su favor a quienes tienen un corazón inclinado a Él. ¿Está su vida centrada en Cristo?

• María respondió con confianza, y no dudó cuando el ángel le anunció que daría a luz al Mesías. Dios extiende sus bendiciones a quien decide creer, aun cuando las circunstancias digan lo contrario. ¿Qué tanto confía usted en el Señor?

Hallamos el favor de nuestro Padre celestial cuando tenemos una mente que cree, un corazón receptivo y un espíritu obediente. http://encontacto.org/

miércoles, 7 de agosto de 2013

Levantaos y Andad

"Levantaos y andad, porque no es este el lugar de reposo, pues está contaminado, corrompido grandemente" -Miqueas 2:10
Muchas veces en nuestras vidas espirituales llegamos a un lugar donde nos sentimos confortables con la manera en que vivimos, aun sabiendo que hay algunas cosas que no están perfectas. Hemos quitado los pecados grandes de nuestras vidas, pero aún quedan roquitas pequeñas que no deseamos remover. Es difícil vivir completamente para Dios en una sociedad tan corrompida como la nuestra. Siempre parece que todo el mundo hace lo que quiere y no le pasa nada. ¿Porque nosotros tenemos que ser tan distintos? Pero si Dios nos ha inquietado sobre algo, es porque Él quiere cambiar algo en nosotros para nuestro propio bien. Dios nos está diciendo que esa manera de vivir aun no es la tierra prometida, no es lo que tiene planeado para nosotros.

La meta de Dios al salvarnos es que nosotros tengamos una relación perfecta con Él. El nos está moldeando para ser igual a Jesucristo. El nos está moldeando para hacernos más sensibles a su voz, más como El. ¿Le está usted poniendo un freno al movimiento de Dios en su vida hoy? Le ha dicho al Señor, “Ya, hasta aquí nada mas Señor. Ya estoy suficientemente bien. Eso no lo toques.”?
En Filipenses 3, versículos 12-14, Pablo nos habla sobre la búsqueda de la santidad:

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

Reflexionemos en este día. Lo que Dios tiene para nosotros es lo mejor. El nos compro con su sangre para que fuésemos para El, así que es nuestro deber dejar que El quite todo lo que no le agrada en nuestras vidas. Puede ser que duela, o que seamos diferentes a los demás, pero seámosle fieles a Aquel que nos amo y nos salvo por su gracia. Si le pedimos y nos arrepentimos, el nos ayudara a sobrepasar ese obstáculo con su gracia, y luego disfrutaremos de una relación mucho mas intima con Él.

 “Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre.” –Miqueas 4:5 http://www.josueyrion.org/

jueves, 1 de agosto de 2013

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Marcos 9:23









































































Lucas 17:20 Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.