Leer | SALMO 37
Una
vez que comprendemos cómo debilita la preocupación enfermiza la
confianza en nuestro Padre celestial, y lo deseoso que está el Señor de
librarnos de ella, es preciso que veamos algunas fuentes comunes de
preocupación que podemos evitar.
La
primera de ellas, es aprender a no prestar atención a las personas
negativas. Hay muchos generadores de pesimismo a nuestro alrededor.
Estoy seguro de que todos podemos pensar en diversas fuentes de
pensamiento negativo, y en los pasos que podemos dar para evitarlos;
esas fuentes pueden ser un vecino o un noticiero que nos sume en el
desaliento. No tenemos que escuchar algo malo solo porque esté causando
alboroto.
Almacenar
tesoros en este mundo, es otra cosa que debemos evitar. Cuantos más
bienes terrenales acumulemos, mayor será la tentación de angustiarnos
por lo que podría pasarles a las cosas que tenemos.
Seremos
dominados, bien sea por lo material, o por lo espiritual. El Señor lo
dijo de esta manera: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt
6.24). Para evitar servir al amo incorrecto, debemos elegir
deliberadamente buscar primero el reino de Dios y su justicia (v. 33).
Esto significa que debemos esforzarnos por ser obedientes, y someternos
al plan de Dios, mientras Él nos conforma a la imagen de Cristo.
La
ansiedad puede ser vencida, pues Dios entiende nuestra propensión a
preocuparnos. Por eso ha prometido que al poner sus asuntos en primer
lugar, nuestras necesidades serán satisfechas. Cuanta más prioridad
demos a Dios, menos terreno ganará la preocupación en nuestra vida. www.encontacto.org
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