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jueves, 27 de junio de 2013

Dormido En El Bote De La Vida


Efesios 5:14 Por lo cual dice: Despiértate,  tú que duermes,  Y levántate de los muertos,  Y te alumbrará Cristo.

Hoy en día hay millones de personas que se parecen a la historia de un joven que trabajaba como guía turístico en las famosas cataratas del Niágara. Cierto día, no teniendo nada que hacer amarro su bote bien arriba de las corrientes del rio Niágara y se acostó en la embarcación para descansar. Mecido por las siempre agitadas aguas se quedo dormido.
Supuestamente él pensaba que su bote estaba amarrado de manera segura, pero con constante balanceo de la corriente se desprendió y comenzó a ser arrastrado por el rio sin que su tripulante se diera cuenta de lo que sucedía.
Algunos espectadores que se encontraban en las orillas, dándose cuenta del grave peligro que corría el joven, grataban tan fuerte como les era posible para despertarle y así conseguir que se salvara antes de que las corrientes se hicieran más fuerte, pero en vano se esforzaban.
En cierto momento la embarcación encallo por algunos instantes en una roca que estaba en medio del rio. Al verlo, los observadores redoblaron sus esfuerzos para despertar al dormido tripulante: ¡agárrese de la roca! ¡Salte a esa roca!
Sin embargo el pobre joven seguía durmiendo sin saber de su peligro. Súbitamente la fuerza de la corriente empujo el bote lejos de la roca y con ímpetu le llevaba hacia las cataratas. Al fin el desdichado tripulante fue despertado por el ensordecedor rugido de las inmensas aguas que lo arrastraban a su muerte.

¡Qué horror! Dormido en un bote suelto en tan fatal corriente, tranquila e inconscientemente deslizándose a las garras de una muerte segura. Con solo pensarlo nos estremecernos de espanto. No obstante la ilustración, aun y con lo dramático que parezca, nos sirve para describir el actual estado en que viven millones de personas en todo el mundo, despreocupadas en cuanto a su destino final. Muchos están adormecidos en sus afanes diarios de la vida, otros en los placeres mundanos mecidos por la corriente de la buena vida, otras están recostadas en sus riquezas y bienes materiales, fascinadas en su falsa confianza puesta en lo que llamarían ¨el buen modo de vivir¨, algunas viven encantadas en falsas religiones no sabiendo que solo Cristo puede salvar. Personas de todo tipo están durmiendo en sus propias barcas y pasan por alto el gran e inminente peligro que los acedia de que en cualquier momento y sin darse cuenta podrían pasar toda una eternidad separados de Dios y de Su eterno amor.

Amado lector ¿Como sabe usted que no está durmiendo? ¿Como sabe usted que no está siendo arrastrado por las corrientes a un final desastroso? ¿Sabe usted si su barca está bien amarrada? Amados si nuestra barca no está anclada en Jesucristo y Su palabra de nada nos sirve ni siquiera que estemos despiertos sobre ella. Debemos entender que solo hay un Salvador en el mundo que dio su vida en rescate por la humanidad. Si nuestra barca, la amarra, el ancla y capitán de nuestras vidas no es Cristo entonces nos espera la más grande de todas las desgracias que pudiera acontecerle al ser humano: la perdición eterna.
No obstante aun podemos recapacitar mirar con buenos ojos la oferta de salvación que Dios el Padre nos ofrece gratuitamente para que nos aferremos a Él con toda confianza y vayamos navegando por la vida de una manera más segura, más firme y más estable. Dios envió a Su Hijo a morir en la cruz por cada uno de nosotros y es por la fe en su sacrificio que obtenemos el perdón de todos nuestros pecados a todos esto podemos sumarle que él nos ofrece vida eterna en El. Todo esto con único acto de fe que de nuestra parte pongamos en Jesús. Así que allí esta la salvación y el final del temor a la muerte queda oscurecido por la luz de la salvación de Cristo por medio de la fe en su sacrificio en el Calvario. Esta es una oferta que absolutamente nadie debe rechazar porque se estaría perdiendo de la más grande oportunidad nunca antes ofrecida al ser humano y tú puedes elegir si aceptarla o rechazarla. De la misma forma que los espectadores de la historia, así te gritamos a todo pulmón a que despiertes de la barca en la que duermes y aceptes la salvación que Cristo te ofrece. Dios te bendiga y reflexiona en este mensaje.

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