Juan 8:31-36
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le
respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de
nadie. ¿Como Dices tú: Seréis libres? Jesús les
respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado,
esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre;
el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres.
Millones de personas en todo el mundo vive esclava y no lo sabe. Esclava
en una prisión que no puede oler, sentir o palpar pero que si se puede
vivir y experimentar ya que es demostrable a través de los hechos y las
vivencias cotidianas en que nos desenvolvemos en este mundo.
Esta esclavitud no es una estancia en la que nosotros hayamos querido
estar desde un principio sino que de por si viene arraigado en nosotros y
pasamos toda una vida arrastrando aquellas cadenas que nos atan y que
nos impiden crecer y desarrollarnos como individuos para cumplir y
llevar a cabo el plan y el propósito de Dios para con nuestras vidas. El
origen de esta esclavitud proviene desde tiempos inmemoriales, en el
mismo principio de la creación cuando nuestros primeros padres (Adán y
Eva, Génesis 3) decidieron desobedecer a Dios en el huerto del Edén y
optaron por entregar la libertad que antes disfrutaban en manos de
Satanás.
Esta esclavitud es la que comúnmente conocemos como el Pecado. Si
definimos lo que es el Pecado encontraremos que su traducción original
significa “errar al blanco o fallar”. Este errar o fallar en el blanco
del que se habla aquí significa que algo o alguien para el cual fue
predestinado se desvió de su propósito original para el cual fue hecho.
En nuestro caso cuando Dios creó al hombre y a la mujer los hizo a su
imagen y semejanza (Génesis 1:26-28). Todas aquellas virtudes que
caracterizan a Dios fueron implantadas en nuestro primeros padres para
así expresar a Dios con sus vidas teniéndolo a Él como única fuente y
alimento espiritual en todo su ser esto es al tomar el árbol de la vida
que fue colocado en medio del huerto (Génesis 2:9) pero lamentablemente
nada de esto se pudo concretizar y nuestros padres erraron al blanco
tomando un árbol prohibido el cual en parte destrozo, marchito y opaco
todas aquellas buenas virtudes, carácter y actitudes que les fueron
dadas por Dios en el origen de su creación y que subsiguientemente
heredaríamos de ellos.
Dicho de otra manera: el que nuestros padres hayan tomado aquel fruto
prohibido provoco un desvío de la naturaleza original del ser humano
contaminándolo, dañándolo, desviándolo y haciendo errar a todo el ser
intrínseco que lo conforma como humano para actuar y vivir conforme a la
voluntad de Dios y a Su Ley (Romanos 7:14-22). Y consecuentemente como
toda la humanidad proviene de esta primera pareja entonces todos
nosotros heredamos dicha naturaleza pecaminosa la cual mora en nosotros y
nos caracteriza como esclavos del Pecado o pecadores por naturaleza
(Romanos 5:12-21).
Los seres humanos son esclavos de por sí, son esclavos del Pecado por
naturaleza, todos somos pecadores, estamos atados a nuestros propios
vicios, malas actitudes, malos deseos, pasiones desordenadas, lujurias
impropias e ilícitas, en fin somos esclavos de toda clase de
aberraciones que moldean nuestro carácter y nuestro ser interior los
cuales nos caracterizan como individuos y como personas. Unos tienen mal
genio, otros dicen malas palabras, algunos no dejan de fumar o beber,
otros tienen diversos hobbies en los cuales malgastan su tiempo y
dinero, otros son homosexuales o lesbianas, en la gran mayoría nadie
busca a Dios aunque el mismo Jesucristo se les presente en persona,
algunos tienen mal carácter, otros golpean a sus esposas, algunos
exageran con el trabajo pasando más tiempo de lo normal, en muchos la
actitud egoísta, egocéntrica y ególatra es quien comanda y dirige sus
atenciones siempre con el YO, en otros el deseo sexual es quien impera,
etc. Hay una gran gama y variedad de ataduras en cada hombre y mujer que
no bastaría el tiempo y el espacio para desglosarlos todos, pero nadie
absolutamente nadie está exento de cualquier atadura que produce el
Pecado en nuestro interior, todos y cada uno de nosotros tenemos un
Fuerte que impera en nosotros y que nos caracteriza como personas. Solo
para citar algunos ejemplos, hay personas que no tienen paciencia, otras
se llenan de ira con facilidad, algunas tienen malas actitudes de
diversas índoles, otras aman el dinero más que a la vida, etc. Etc.
(Gálatas 5:19-21).
El punto principal es que todos y cada uno de nosotros somos esclavos
del Pecado ya sea de un área en especifica o de varias áreas que muchas
veces gobiernan nuestra conducta y nuestra moral haciendo de nuestras
vidas una vida desagradable a Dios y que en nuestro interior sabemos que
andamos mal y aunque muchos de nosotros hemos intentado con todas
nuestras fuerzas cambiar o dejar aquellas cosas no hemos podido, antes
por el contrario hemos terminado en frustración y vergüenza en nuestro
interior reconociendo que en nuestras propias fuerzas no podemos.
Algunos han perdido la cabeza y le han dado abierta cabida a su
esclavitud manifestando públicamente su deplorable condición como es el
caso de muchos homosexuales y lesbianas así como muchos dependientes a
las drogas y al alcohol. Estos se han salido del closet para manifestar
que han luchado con ello y no lo han logrado.
En cada uno de nosotros nos domina un deseo desordenado que no podemos
cambiar o dejar. La depresión, la baja autoestima, el rencor, la ira,
los malos pensamientos, la falta de perdón, el deseo de suicidio u
homicidio, el amor al dinero, la egolatría, la idolatría, la lujuria, la
fornicación, el adulterio, etc. Son innumerables las ataduras internas
que podemos estar sufriendo cada uno de nosotros, pero en si las tenemos
en nuestro interior y siempre hay una o varias de ellas que son las que
más se destacan en nosotros y que nos mantienen en un estado de fracaso
personal y faltos de seguridad en nuestras vidas, y todo esto proviene
de un único jefe o cabeza llamado Pecado que despliega todos su poder
cautivador desde nuestro interior aunque nosotros no lo queramos.
Existe una solución a este problema del Pecado que está en nosotros, es
sumamente sencillo y se recibe con un simple acto de Fe, de Creer y de
Aceptar. Jesús dijo en Juan 8:32 que conocer la verdad nos hará libres.
Jesús dijo en Juan 14:6 que El es la verdad. Siendo que Jesús es la
verdad que necesitamos conocer entonces conocerlo a Él nos hará libres.
La Biblia enseña que Jesús vino al mundo no solo a morir por nuestros
pecados sino también para darle muerte al Pecado que mora en nosotros.
Me explico, la Biblia dice que Jesús siendo Dios vino como hombre a
nuestra semejanza a fin de llevar a la Cruz su propio cuerpo como
sacrificio y muerte por el pecado y al Pecado. Jesús fue a la cruz y nos
dio muerte a nosotros mismos tomando el lugar que nos correspondía y
así por la Fe en El también nosotros morimos con El en la cruz. Ahora
bien no todo termina allí, debemos recordar que El resucito y como El
nos represento en Su muerte así también nos representa en Su vida para
que nosotros por la Fe en lo que El hizo vivamos en el poder de su
resurrección andando una nueva vida a través de Su Espíritu Santo que El
imparte a aquellos que crean en lo que El hizo por la humanidad
(Romanos 6 y 8).
Sencillo, si queremos ser libres de toda atadura solo debemos pedirle a
Jesús que nos perdone de todo pecado que nos asedia tanto interna como
externamente, que con su poder rompa con toda cadena que nos mantiene
cautivos a esas cosas que desagradan a Dios, ya sea de conducta o en
nuestra manera de vivir, debemos creer que el murió por nosotros en la
cruz y no solo eso sino que también quebrantó al Pecado cuando El puso
su cuerpo sobre el madero. Luego creer que como el resucito en el poder
del Espíritu Santo así también por la fe vivir en ese poder el cual El
impartirá a todo aquel que lo quiera recibir para llevar una vida nueva,
cambiada y transformada renunciando definitivamente a todo aquello que
nos mantenía cautivos y esclavos a servidumbre del Pecado.
Es una nueva vida la que Jesús ofrece, libre sin torturas ni sacrificios
a causa del pecado, porque ciertamente el que es esclavo nunca es
feliz, carece de valor y sentido para vivir ya que el pecado produce un
sin número de decaimientos y fracasos tanto emocionales como personales.
Jesús vino para hacernos libres pero no para usar esa libertad para
seguir actuando o comportándonos como si fuéramos esclavos otra vez sino
para que por la gracia del Señor disfrutemos de la verdadera vida que
El nos ofrece, una vida que le da sabor a todo lo que hacemos, una vida
llena de paz y bienaventuranza, una vida con las puertas de los cielos
abiertas de par en par, donde podemos sentir el refrigerio interior del
Espíritu Santo dentro de nosotros sin necesidad de añadiduras externas
como el alcohol, las drogas, los placeres, los vicios, etc.
Es una vida llena de aventuras espirituales donde conocemos al Señor mas
de cerca y donde la vida comienza a adquirir sentido y dirección, valor
y fundamento, y donde la esclavitud del Pecado que antes conocíamos
queda marcada como un simple retrato ilusorio para recordar de donde nos
liberto el Señor y cantar sus alabanzas por la nueva vida obtenida por
medio de Cristo Jesús.
Jesús ofrece liberación, redención, vida eterna, bendición y sobre todo
salvación no solamente para la eternidad sino también para cualquier
problema personal que se esté atravesando debido a la esclavitud del
Pecado. Millones son esclavos de la depresión, del miedo, del insomnio,
del dolor emocional, etc. Y Jesús ofrece liberación total y plena,
salvación personal y gozo perpetuo, el abre las puertas de los cautivos y
los deja salir para que sean libres de vivir conforme a la voluntad del
Creador. Ese es el propósito de Cristo restaurar todas las cosas y en
especial levantar al ser humano de su caída en todos los ámbitos.
Esperamos que este mensaje pueda ayudarte a superar muchos obstáculos
tanto en lo espiritual como en lo personal, entendiendo que la sola Fe
en Jesucristo acompañada de una entera rendición de tu voluntad hacia El
es la clave de la felicidad y la verdadera vida plena llena de libertad
en el gozo del Señor.