Decir mentiras es pecado, eso todo cristiano lo sabe, pero que es malo para la salud no todo el mundo lo sabía. Un estudio realizado por psicólogos afirman que mentir causa problemas físicos y psicológicos a corto plazo.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores de la Universidad de Notre Dame, EE.UU., analizaron durante diez semanas, los efectos de la honestidad en una persona, según el sitio Huffington Post.
Cerca de 110 personas entre los 18 a 71 años fueron sometidos al análisis quienes fueron separados en dos grupos, una mitad de ellos fueron instruidos para evitar las preguntas que podrían conducir a decir una mentira y la otra mitad tuvieron libertad para engañar.
Los responsables del estudio semanalmente examinaban los pacientes a través del polígrafos y llegaron a la conclusión de que el grupo honesto tenía mejor salud que los mentirosos, presentando un promedio de cuatro veces menos quejas relacionadas con la salud mental y tres veces menos quejas de dolores físicos.
La psicólogo que dirigió el estudio, Anita Kelly, explicó que el objetivo de la investigación era saber si vivir honestamente puede mejorar la salud, ya que en los Estados Unidos el promedio que cada persona miente es 11 veces a la semana.
Kelly se dio cuenta de que los participantes del equipo honesto lograron reducir el número de mentiras en torno a la quinta semana de práctica, un cambio en el comportamiento que dio lugar a la mejora de las relaciones más cercanas.
Para no mentir muchas personas lograron eludir preguntas complicadas haciendo otras preguntas y cambiando de tema, en otras circunstancias, decir la verdad fue la opción que hizo que muchos de los participantes eviten hacer excusas.
La honestidad no solo es sinónimo de buenos valores, sino de una buena salud: “Decir la verdad mejora la calidad de las relaciones personales y estas, a su vez, mejoran la calidad de vida”, como ya se había demostrado en otros estudios psicológicos, según explicaba la investigadora durante la presentación de los resultados en el congreso anual de la American Psychology Association.
Las mentiras están relacionadas con la segregación de las hormonas causantes del estrés, el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Unos procesos que reducen los anticuerpos para combatir las infecciones en sangre y que, si se prolongan en el tiempo, acaban causando desde dolores de espalda y cabeza, hasta problemas menstruales en las mujeres e incluso infertilidad. La tensión está detrás de estos problemas de salud que la profesora de Comportamiento Organizacional en la Universidad de Chicago Linda Stroh explica porque “uno pasa mucho tiempo planeando la mentira y luego manteniéndola. Si no imagínese que va a mentir a su jefe o a su novia y vea cómo se le tensionan los hombros, el estómago y el resto del cuerpo”
Para llegar a esta conclusión, los investigadores de la Universidad de Notre Dame, EE.UU., analizaron durante diez semanas, los efectos de la honestidad en una persona, según el sitio Huffington Post.
Cerca de 110 personas entre los 18 a 71 años fueron sometidos al análisis quienes fueron separados en dos grupos, una mitad de ellos fueron instruidos para evitar las preguntas que podrían conducir a decir una mentira y la otra mitad tuvieron libertad para engañar.
Los responsables del estudio semanalmente examinaban los pacientes a través del polígrafos y llegaron a la conclusión de que el grupo honesto tenía mejor salud que los mentirosos, presentando un promedio de cuatro veces menos quejas relacionadas con la salud mental y tres veces menos quejas de dolores físicos.
La psicólogo que dirigió el estudio, Anita Kelly, explicó que el objetivo de la investigación era saber si vivir honestamente puede mejorar la salud, ya que en los Estados Unidos el promedio que cada persona miente es 11 veces a la semana.
Kelly se dio cuenta de que los participantes del equipo honesto lograron reducir el número de mentiras en torno a la quinta semana de práctica, un cambio en el comportamiento que dio lugar a la mejora de las relaciones más cercanas.
Para no mentir muchas personas lograron eludir preguntas complicadas haciendo otras preguntas y cambiando de tema, en otras circunstancias, decir la verdad fue la opción que hizo que muchos de los participantes eviten hacer excusas.
La honestidad no solo es sinónimo de buenos valores, sino de una buena salud: “Decir la verdad mejora la calidad de las relaciones personales y estas, a su vez, mejoran la calidad de vida”, como ya se había demostrado en otros estudios psicológicos, según explicaba la investigadora durante la presentación de los resultados en el congreso anual de la American Psychology Association.
Las mentiras están relacionadas con la segregación de las hormonas causantes del estrés, el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Unos procesos que reducen los anticuerpos para combatir las infecciones en sangre y que, si se prolongan en el tiempo, acaban causando desde dolores de espalda y cabeza, hasta problemas menstruales en las mujeres e incluso infertilidad. La tensión está detrás de estos problemas de salud que la profesora de Comportamiento Organizacional en la Universidad de Chicago Linda Stroh explica porque “uno pasa mucho tiempo planeando la mentira y luego manteniéndola. Si no imagínese que va a mentir a su jefe o a su novia y vea cómo se le tensionan los hombros, el estómago y el resto del cuerpo”
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