Salmos 63:1-8 Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi
alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay
aguas, Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario. Porque
mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán. Así te bendeciré
en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos. Como de meollo y de grosura será
saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca, Cuando me acuerde
de ti en mi lecho, Cuando medite en ti en las vigilias de la noche. Porque has
sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma
apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.
Este salmo nos recuerda nuestra
constante dependencia en Dios y el hambre que nos produce el estar alejados de Él.
Muchas veces en los embates de la vida descuidamos esa cercanía que tenemos con
Dios y sentimos que nos encontramos en un desierto, nuestro corazón se llena de
amargura y desesperación, y se empieza a experimentar la sequedad espiritual que
agobia nuestra alma, allí es cuando nos damos cuenta cuan pesada es la vida,
cuantos achaques puede esta darnos y cuanto puede esta producirnos, es ahí
entonces cuando anhelamos estar cerca de Dios para refugiarnos, esto me lleva a
pensar en una gran e inmensa tormenta eléctrica en medio del campo, donde somos
sorprendidos por ella y nos encontramos allí atrapados debajo de ese aguacero
torrencial, nuestro cuerpo empapado y con mucho frio anhelando una cobija pero
no hay nada, entonces pasando cerca de una gran montaña vemos una cueva y en
medio de la noche nos adentramos a ella y experimentamos la satisfacción del
calor interno y de la tranquilidad que esta produce por su silencio. Es allí
fundados en el hueco de la roca donde podemos poner nuestra confianza, Isaías
33:16 lo dijo de esta manera: éste
habitará en las alturas; fortaleza de rocas
será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.
Nuestra alma debe ser saciada con
todo lo que venga de Dios, el objeto de nuestra alabanza debe ser El, nuestra
vida tiene que estar dedicada a servirle con integridad y entrega y nuestro
corazón tiene que estar enfocado en Su amor. Recordar que El envió a su Hijo
Jesucristo a morir en la cruz por cada uno de nosotros es la muestra de amor más
grande hecha por nuestro salvador y ahora gracias a Su sacrificio cada uno de
nosotros podemos por la fe en Jesús tener acceso directo para hablar con Dios y
recibir de El el cálido amor y ternura que viene por la cercanía de estar en Su
presencia. Son pocas las personas que desconocen de estas grandes bendiciones
que Dios ofrece al ser humano, de estar en Su presencia y sentirla, allí somos
librados de la depresión, de la angustia y la desesperación. El salmista David
que escribió este salmo se encontraba en el desierto de Judá y estando en la
soledad, desamparado y solo, sin refugio y sin que nadie lo ayude pudo
comprender que aun en medio de las pruebas y vicisitudes de la vida, aun con
toda carencia de agua y alimento pudo reconocer que solo en Dios puede su alma
descansar.
Cuántos de nosotros vivimos
desiertos interminables, en nuestro trabajo, en nuestra relación, en nuestras
familias, en los negocios, etc.? Cuantos han llegado al colmo de la
desesperación y pensar que ya no hay mas nada que hacer? Mas Dios muestra un
refugio en El y un alimento mejor para cada día y es el reconfortarnos en Su
presencia y hacer de sus promesas escritas en la Biblia el ancla para nuestra
alma de modo que no desfallezcamos y aunque reconozcamos que nunca se acabaran
los problemas sino que siempre han de estar podemos tener presente que los
mismo no nos embestirán sino que descansaremos en la Roca que es más alta que
nosotros: Jesús. Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28
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